miércoles, 13 de julio de 2011

triste historia

Aquí termino la historia de ayer n_n

En la mano un cuchillo tomó, antes de salir y al parque se dirigió, pero la ciudad era enorme, ¿Cómo encontrar aquel hombre siniestro? Pero de pronto recordó la última vez que lo vio,  “cómo olvidar su perfume, su mirada, su rostro… su ausencia. Cómo olvidar” conversaba con las flores mientras permanecía en el parque. La gente del pueblo la miraba, se desplazaba sobre las flores como si volara y la vida fueran nubes como si no hubiese preocupación alguna. Y cortando flor en flor les decía

-          Quiero disimular, saben queridas amigas, no deseo que nadie mi sufrimiento-.

De pronto su mirada dejo hacia otro lado se enfocó, “es él” a una margarita le susurró.

-          El hombre que te rompió el corazón-. Contestó la pequeña flor.

-          Si, debe ser él, él es-. Con mucho afán ella lo afirmó.

Y dejando a su amiga de pétalos amarillos se encamino a dónde provenía la voz.

-          Me recuerdas amor-. Le dijo, sin poder creer que de nuevo lo volvía a ver.

Pero que mal estaba ella, la muñeca un buen trabajo había logrado y un inocente pagaría el sufrimiento amoroso que Mary sufrió.

-          ¿Quién eres tú?-. replicó la pobre víctima.

Ella, no entendió bien lo que había escuchado tal vez bromeaba, ¿pero cómo pudo haberla olvidado? En un segundo toda su tristeza, duda, sueños  y alegrías se desvanecieron. Y una rabia por dentro apareció.

-          Muñeca tonta-. Mary susurró. – Tenías razón, ella tenía razón, tú me has olvidado. No lo niegues-. Gritó, con un mar de lágrimas rodando por su rostro. Sosteniendo el cuchillo cada vez más fuerte.

-          Me confunde señorita, tranquilícese, por favor.

Pero había sido demasiado tarde para aquel señor, Mary dos puñaladas le dio directo al corazón y la sangre su vestido ensució. Era tarde para arrepentirse, para entrar en razón y saber que no él su amante. Miro sus manos, estaban rojas. Se tiró al suelo llorando y mirando al cielo.

-          Alguien que me ayude-. Gritaba mientras lloraba desesperada. – alguien lastimó a este buen hombre-. Lo veía con ternura, hasta lo tomó del suelo abrazándolo. – no, no fui yo, lo juro, yo… yo solo salí a buscar el amor, yo solo salí a buscar el amor.

Una y otra vez Mary repetía lo mismo. La multitud no podía creer lo que ahí sucedía una mujer desdichada de pronto era una asesina sin causa.

            Pudo haber tenido causas (tal vez) si hubiera sido el hombre correcto, pero su locura cegó su realidad. Ya nada había por hacer, ¿regresar a casa? No era una opción, quizá, quizá si ella podría estar con su amado “si, podré estar con él” se dijo mientras corría al puerto dejando al muerto en una de las calles de la ciudad. Escuchaba al suelo decir “el caballero que tu buscas en las olas del mar lo has de encontrar” y la sonrisa en su rostro se formó. Estando en la orilla de un puerto, las gaviotas sobre ella volaban. El alba llegaba a su final, la brisa rosaba su rostro que poco a poco se transformaba en la bella e inocente jovencita, de vestido blanco que se despidió de su amado tiempo atrás. La ciudad oscura por la muerte de un hombre, se volvía de colores para Mary estando frente al mar. El bullicio de desvanecía, solo se escuchaba el vaivén de las aguas. Ella se recogió el cabello; tenía unos geranios en su oreja, sonrió y una concha le habló.

-          Sabes lo que sigue ahora-. Dijo la concha.

Mary esa tardé al mar se entregó. Quizá fue lo mejor, porque el hombre que Mary esperaba en el fondo del mar también se encontraba. Y ahora juntos los dos por siempre en el mar sus almas descansan.

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