¿Era en verdad entonces eso lo que quería? Estaba tan sola en el cuarto, esperando su regreso. Pensaba, sí, eso es lo que hacía. No notaba que la negra noche se encontraba ya presente entre los arbustos, sorprendiendo con aquella luz de la luna y los amantes olvidaban sus votos y planeaban la aventura. “¡qué importa si los demás se engañan! Yo nunca lo haré” se decía mirándose al espejo, cargando en la mano izquierda una linda criatura de porcelana. El tiempo junto con las lágrimas pintaban sus mejillas con líneas negras. Su vestido largo y esponjoso como la flor de primavera, pero tan triste y polvoso como los otoños, pues ya habían pasado tantos de estos “pero sé que volverá… él me lo prometió” ¿Cuánto más podrá esperar? El tiempo era relativo y su amor había enloquecido o quizá pudo haber fallecido, pero a ella eso no le importó. Tenía la esperanza y se alejó tanto de la realidad para envolverse en su propio sueño; una locura fatal. En aquel cuarto bailaba siempre y a sus amigas de porcelana una taza de té siempre le ofrecía por las tardes “les digo él volverá… sé que mi amor volverá” se decía cada vez que levantaba la cabeza de sus anfitrionas del suelo.
- ¿Cuánto más esperaras?-. Le dijo una muñeca en su alucine por castidad.
- Lo que sea necesario-. Contestó bailando con el brazo de otra compañera. – el me lo prometió-. Agacho la cabeza triste, porque empezó a dudar. – ¿lo hará?
La muñeca que estaba en su estante con las demás incompletas se rió y con una voz burlona le dijo:
- Sal afuera mi Lady, búscalo, veras que de ti ya se olvidó.
- Estás loca muñeca, sientes celos porque jamás has amado.
Soltó el brazo de que traía en la mano y de un solo golpe se sentó frente su peinador y a aventó todo lo que había al suelo. Su locura estaba llegando al final. De nuevo se dirigió a la muñeca.
- Mi niñita de porcelana, el me ama y volverá-. Tocando una foto de él.
- Haz lo que quieras mi bella dama -. Moviendo la cabeza de un lado al otro y con su vocecilla de lastima hacia su amiga. – pero yo siendo confidente tuya te diré que lo he visto con otra más, el día que me dejaste en la ventana.
Entonces quiso entrar en razón pudiera ser que aquella criatura de porcelana dijera la verdad. ¡No! No quería ser engañada, había dejado tanto por aquel hombre para darse cuenta de que fue inútil. “¿Y qué? Si los otros lo han hecho ya” pensó.
- Yo amaba a ese hombre más que a mi propia vida-. Luego volvió a ver a la muñeca.- tu tonta, mujer de porcelana has envenenado mi alma por desconfiar en mi amado-. Entonces se dirigió hacia la muñeca agarrándola del cuello.
- Él te ha dejado entiéndelo.- decía la muñeca con el poco aliento que le quedaba, riendo de la tragedia de su ama.
Y fue cuando su locura llegó al límite, las paredes no parecían ser las mismas pues se movían de un lado a otro y los escuchaba hablar. Mary asustada sale corriendo del cuarto, pero las cosas aún seguían mareantes y confusas. Al fin salió totalmente de su casa, donde la situación parecía más estable. Miró para todos lados y una furia lleno su corazón, la muñeca la convenció del mal que le habían hecho: ella se quería vengar.
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