martes, 28 de febrero de 2012

Entrevistando a Cthulhu.

Reportero: Muy buenas tardes señor Cthulhu, me es grato saludarlo y saber que ha me permitido el privilegio de hacerle esta entrevista.
Cthulhu: Eh, bueno que puedo decir, nunca en todo el tiempo que he estado en la tierra alguien me ha entrevistado.
Reportero: Oh es algo que no lo sabía, en fin, me gustaría empezar la entrevista.
Cthulhu: De acuerdo.
Reportero: Cuéntanos, ¿cómo es que llegaron tus antepasados a nuestro planeta?
Cthulhu: Pues nuestro planeta era muy seco y nosotros a decir verdad eran más pequeños que mi tamaño. Un día un sabio nos indicó un planeta azul y fue como llegamos.
Reportero: Espera has comentado que sus cuerpos eran más pequeños y ¿a qué se debe que hayan crecido?
Cthulhu: Oh es fácil de explicar, veras el agua de aquí nutrió nuestros cuerpos incrementándolos de tamaño.
Reportero: Pero, entonces no eran muchos los de tu planeta, porque ¿dónde cabían?
Cthulhu: Pues al principio fue un tanto difícil el hecho de que todos queríamos venir a este planeta, posteriormente sólo se nos permitía venir tres veces al año, por este hecho nuestros cuerpos dejaron de crecer.
Reportero: Bueno Cthulhu y a que se debe que no vengan más a nuestro planeta.
Cthulhu: Después de mucho tiempo de venir, los mismos nutrientes que existían en las aguas del planeta  hicieron que nuestras mismas bacterias crecieran dando vida a este mundo. Poco a poco veíamos como evolucionaban, era maravilloso verlos cambiar a lo largo de los años. Al llegar a su etapa evolutiva final nos dimos cuenta que les causábamos temor y se alejaban. Es por eso que decidimos abandonar este planeta para que fuera floreciendo por sí mismo, sin embargo queríamos saber cómo era ese proceso y yo fui el encargado de vigilarlos.
Reportero: Increíble jamás pensé que la vida pudo haber empezado de este modo.
Cthulhu: Que puedo decir, je je.
Reportero: Cthulhu, cambiando de tema ¿cómo es que Lovecraft supo de tu existencia?
Cthulhu: ¿Lovecraft?
Reportero: Si, Howards Phillip Lovecraft.
Cthulhu: Ooh te refieres al pequeño Phil. Ese pequeño era muy travieso, una vez lo encontré cerca de un muelle y aun no sé cómo me vio, pero me gritaba, como para que me acercase a él, si recuerdo que me decía “ven pulpo ¡ven!” en ese momento, yo le platicaba muchas aventuras que había vivido en el pasado y él las complementaba, tenía mucha imaginación aquel niño.
Reportero: Como última pregunta, aunque no quisiera, ¿fue idea tuya o de Lovecraft lo de los tótems?
Cthulhu: Los tótems en realidad tienen para mí un valor sentimental, ya que en una de esas que me asomaba al mundo exterior, en las orillas de una bella playa me encontré a una hermosísima sirena, con la cual tuve una relación amorosa por mucho tiempo, ella me demostró su amor creándome en un pedazo de madera, fue algo muy romántico de su parte (se pone rojo). Después termino nuestra relación y conocí a un sinfín de bellas criaturas y como muestra de su amor les pedía que me hicieran en un pedazo de madera.
Reportero: Todo lo que me ha dicho señor Cthulhu es verdaderamente impresionante, lástima que se nos ha acabado el tiempo, gracias por su tiempo.
Cthulhu: No es nada, pequeña criatura.

domingo, 26 de febrero de 2012

Una visita al baúl de los recuerdos.

Está eso, lo que nunca se dijo pero aun lo siento. El querer expulsar no un dolor, sólo una parte de mí o quizás sea de ti, porque no entiendo mucho los motivos que tiene el destino, sólo sé que todo debe de estar bien y que no me debo de preocupar, pero entonces debo todo dejar marchar, como las olas del mar que algún día regresaran. Tratar de ver lo hermoso que hay, engañándome que es lo único que espero, diciendo lo más bello para que un día llegue a mí, gritando al cielo lo tanto deseo, pero no veo tu presencia tan sola rodeándome y no tomo en cuenta que pudiera escuchar este llamado. Maldigo cada vez que sola me encuentro y mis lágrimas tiradas al suelo no por la soledad, sino por saber que muy cerca está, sentirla besándome cuando lejos estaba de mí y se ríe como para hacerme sonreír. Qué de malo tiene apartarte de un tiempo, de un mundo que parecía "perfecto." Nunca olvidaré el día que fui expulsada del país de las maravillas simplemente tendré encuentra que los sueños aun siendo tan bellos siempre se volverán pesadillas. No caeré esta vez porque ya me sé levantar pero quizás mis piernas flaqueen por las caídas de atrás. Todo lo cambiaré, el destino me dijo que así estará bien y luego sonreiré sin temer de lo que un día pasó, sólo sonreiré y mis lágrimas las guardaré, para ese día me dé cuenta que todo lo que hice no fue un error que cada caída no fue más que una reflexión, entonces lloraré porque al fin pude ser feliz porque no necesitaré el martirio de la comprensión simplemente olvidar todo lo que paso...

miércoles, 15 de febrero de 2012

Light

Las luces color rosa por la ventana de aquel cuarto cerca del puesto de comida se asomaban, cálidamente. El bullicio de las personas hambrientas, parecían apenas murmullos lejanos. Estaban los dos, frente a frente, con su desnudez al descubierto. No era la primera vez de ninguno, sin embargo eran vírgenes a cada uno al cuerpo del otro. Sus miradas eran intensas y profundas. Eran como el verano, sí, como el verano que trae consigo violencia natural; sismos, huracanes, tormentas. Así estaban sus cuerpos, llenos de tanta energía. Ambos se encontraban de pie y sólo se miraban. Se hallaban en la casa de ella.
Ninguno de los dos se explicaba cómo habían llegado a tal grado, después de dos años de conocerse. Él la miraba como una diosa con su cuerpo casi entonado. Su tez era de un bronceado poco notable, sus pechos, parecían haberse dibujado con tanta delicadeza, además del perfecto tamaño dotado. El rostro de ella, un poco alargado, con ojos grandes de color oscuro; una nariz aguilera y una boca delicada y suave. Esa boca, había algo que siempre los hombres notaban, lo creían sensual al momento de besar, porque sólo así lo notaban. Un lunar, un lunar casi transparente en el labio superior de ella. Él la seguía contemplando, mirando como las manos de ella querían esconder esa inocencia; una cubriendo sus pechos y la otra un poco más abajo. Parecía una criatura indefensa.
La respiración de él avanzaba rápidamente y se detenía un instante, donde se quedaba sin aliento. Sus manos sudaban y trataba de controlar tal reacción. Entonces, la quiso tomar y la azotó en la pared. Le besó apresuradamente el cuello, con mucha pasión pero ella tomándolo de los hombros lo mandó a la cama.
Lo sentó allí. Ella lo miró, notaba que su abdomen no estaba bien formado, pero le excitaba ver su pecho enmarañado, lo tomó de ahí y  acercó su boca con la suya. Ella se encontraba parada, pero luego fue descendiendo, mordiendo sutilmente el cuerpo de él. Empezó por el cuello jugando un poco con la lengua y esa pieza de metal que portaba. Sentía la manzana de Adán, una y otra vez pasaba su lengua por ahí. Él sólo mantenía sus manos apretando fuertemente el edredón rojo de aquella cama que perdía forma con cada minuto transcurrido. La aceleración de él podía escucharse y permitió que ella siguiese actuando. Ella había bajado un poco más, estaba en la parte pectoral de él, soplaba ligeramente sus vellos, de la misma forma que besaba en diferentes partes del tórax. Cada vez él sentía una gran necesidad de actuar junto con ella y la tomó del cabello, inconscientemente la hacía decaer lentamente. De pronto, los ojos de él se dilataron aún más que aquellos días de escuela. Un sonido casi sordo, pasó por sus oídos, como cuando se alcanza una gran altura.
Fuera de aquel cuarto alguna radio se escuchaba y de ella la canción de “Alquimia” sonaba yo volaré hacia ti, el mismo cielo que nos une. Él escuchaba una y otra vez aquel coro, sin sentido alguno en ese momento, sólo acariciaba el cabello sedoso de esa mujer que constantemente movía su cabeza de abajo hacia arriba. Miró su nuca y veía como controlaba cada movimiento de ella con sus manos, era mejor, ella no objetaba. La levantó, para mirar su rostro. Estaba llenó de lujuria aunque la ternura seguía ahí. La tomó de los hombros  y la sentó en sus piernas, juntando la boca de ambos, abriendo la puerta del alma para que pudiese habitar en el cuerpo del otro. Ella tomó el miembro de él y lo introdujo en sí. Sintió como este, hacia que su libido incrementará y dio un fuerte grito. Su cuerpo empezaba a sudar, él la subía y bajaba, tomándola de las caderas con pasión. Se encontraban los dos en una especie de trance, ella gemía mientras él miraba como sus pechos rebotaban. No sólo estaban unidos de cuerpo, había sellado un pacto con sus labios y sus almas bailaban juntas. El éxtasis crecía cada vez más. El fulgor del momento hizo que él tomase un pecho de ella, llevándolo a la boca, jugando un poco con su pezón. Su lengua se deslizaba con movimientos circulares, entonces le dio un ligero jalón con los dientes. El cuerpo de ella se erizó. Él sintió esa reacción más abajo. Ella se tomó un mechón que le cubría el rostro, mandándolo hacia atrás. Tomó las manos de su acompañante y cerrando su puño dejó sólo el pulgar levantado, empezó a lamerlo. Primero lamió la uña, rozándola finamente por sus labios, dándole un poco de su respiración. Inspiró suavemente introduciendo el dedo más a fondo, lo lamió todo desde arriba hacia abajo. Mojó completamente aquel pulgar y lo llevó a sus pechos. Su sollozo cada vez era más fuerte, mientras el rodeaba su areola. Él sentía una atracción inexplicable hacia ella y cada vez más profunda. Quería realizar todo lo que pudiese con aquella mujer, deseaba brutalmente experimentar más allá. Aquello había pasado de ser algo carnal a un acto místico. El poder que ambos llevaban se iba consumiendo, pero la fuerza no desvanecía. Sus ojos se impregnaron. Fue sólo un momento o quizá pasó una eternidad. Podían sentir deliberadamente como el calor de sus almas salía por sus poros. De nuevo unieron sus labios para dar por hecho lo acontecido. Esta vez  fue largo y arrebatado.  Él volvió a tomarla de la cintura, y con el brío del alma que regresaba al cuerpo, lleno de femineidad,  la penetró y ella sintió esa sensación llena volviendo a sí. Lo acostó, pero él cambió los papeles sometiéndola. Ella sólo aruñaba su espalda, respirando lentamente. El acto tomó un paso más acelerado. Ella experimentaba cada golpe de su miembro en el suyo, negarse a expulsar aquella reacción era como negarse a probar el betún que esta por embarrarse; el betún estaba a punto de ser esparcido, él seguía con su ritmo veloz, ella no pudo más y de un grito hizo que aquella noche los astro brillaran más. Entonces se embarró. Las olas del mar chocaron contra la costa en luna llena. Él había terminado, ella sólo hizo un minúsculo quejido, esparciendo sus rayos de luna sobre él. Los dos se miraron y permanecieron callados. Lo demás siguió su curso. Las personas llegaban y se iban fuera de aquel cuarto, a pesar de que permanecer cerrado ya el puesto de comida.  Las luces color de rosa se apagaron; el sol era quien alumbraba ahora sus rostros.

miércoles, 8 de febrero de 2012

El fantasma de mi ático.

Aún recuerdo esa noche cuando niño era, mi cuarto estaba en el piso de arriba de mi casa, en seguida del de mis padres y cerca de la puerta a mí al ático. Siempre escuchaba ruidos ahí, pero mi madre decía eran supersticiones mías. Esa noche fría de octubre, cuando la gran luna daba todo su esplendor, no fue excepción los ruidos sobre mi cuarto, en aquel diminuto lugar donde terminaba mi casa a lo alto. Esta vez yo, a mi temprana edad y muy activa curiosidad, fueron factores por los cuales decidí subir para saber de qué se trataba. Recuerdo no tuve miedo, la luna me fue cómplice en la misión, pues me permitía al menos ver mucho más allá de mi nariz. Antes de llegar al ático, en la puerta, algo me detuvo. Era un hombre altísimo con una capucha negra, el rostro se le notaba poco, era triste y aburrido. Luego le miré bien y me di cuenta que sus pies no estaban. Por un momento no supe explicar tal circunstancia, pero con mi gran intuición de niño, me hizo suponer se trababa de un fantasma, así que para estar más seguro le pregunté:
-          Señor – le dije tratando de encontrar su mirada. – acaso usted es un fantasma.
-          Fantasma, ¿yo? – preguntó sorprendido. – hijo como es que me preguntas eso, soy tu padre mi amado Martín, tu padre Jack.- concluyó.
-          No, no señor Jack no soy su hijo, pero dígame que hace usted aquí, cuidando la puerta de mi ático. –pregunte con una voz fuerte y segura.
-          ¿Tu ático? Pero si esta es mi casa – contestó confundido.
-          Señor – repetí. – le he dicho ahora esta es mi casa y usted es un fantasma. Sólo quiero saber el motivo de cual usted está aquí y hace tanto ruido todas las noches para así me pueda ir a dormir en paz.
El fantasma se puso a pensar en la probabilidad yo tuviera razón. Entonces se miró de cabeza a su parte inferior y se dio cuenta que los pies le faltaban y así entendió la verdad de mis palabras.
            Al fin reconoció su estado espectral, intentó hacer chistes sobre eso, pero no causaban un gran impacto en mí. Después comprendió que, por esa misma razón tampoco se movía de dicho lugar y su hijo Martín nunca subía. Luego hizo remembranza de lo sucedido. Recordó como había conseguido la casa, se encontraba en bajo precio a pesar del tamaño, pero su costo se debía a que tenía una maldición. Esta se trataba de algún espíritu maligno poseía a su víctima y la dejaba en estado vegetal, pero el ente solo se encontraba en el ático.

- Es por eso mi estancia permanente en este sitio– dijo.
- Pero señor Jack eso no explica bien el hecho del que usted se encuentre aquí. – concluí.
- Oh bueno veras, esa alma malévola que hay en este ático, sólo se apodera de pequeños niños como lo era mi Martín.
Me di cuentan el deseo del fantasma por proteger a su hijo era muy grande, tanto que un día decidió poner un candado en la puerta del ático, pero cuando se dirigía a la tienda, tuvo un accidente automovilístico y murió.
- Ahora mi pequeño amigo, entiendes porque me permanezco protegiendo la puerta de niños como tú no suban. Sin embargo, a decir verdad desde el accidente y la partida de mi esposa y mi hijo de esta casa, pensaron lo acontecido había sido causa de la maldición se marcharon. Eres el primero en venir aquí.
Su acción era tan buena pues a mí también me cuidaba, así que le propuse un trato.
- Señor fantasma como usted me ha protegido de los males de allá arriba, yo le prometo cuando sea grande, entraré al lugar el cual usted hace guardia y desharé la maldición de ese cuarto. Para ningún niño peligre de subir al ático y ser atacado por algún espíritu maligno.
Fue así como el fantasma del ático y de nombre Jack y yo, el niño inquieto en aquella noche de Octubre, tras escuchar ruidos en el cuarto de la parte más alta de mí casa, cerramos un trato. Yo le prometí regresaría en quince años y como todo buen niño le di mi palabra. Ahora han pasado quince años ya es tiempo de regresar.
La noche había caído al igual que hace quince años y con esa luz reflejada por el enorme astro que un miércoles me aluzó hacia una aventura, hoy domingo la he de terminar. Cuando mis padres partieron hacia su cuarto para descansar, yo me dirigí rápidamente al cuarto donde nadie nunca subía. Y ahí estaba el señor con la triste mirada hacia abajo esperándome después de quince largos años.
- He vuelto – le dije feliz y sonriendo.
- Eres tu mi pequeño amigo, ¡mira como han pasado los años en ti! Mientras yo me conservo igual – decía esto como forma de broma.
Al parecer su humor no había cambiado en este lapso de tiempo. Entonces después de aquellos chistes, mal estructurados me dijo:
- Bueno mi pequeño amigo, es hora de cumplir tu promesa y romper la maldición que me prometiste deshacer.
Era demasiado extraño, pues ahora siendo ya todo un adulto, me daba miedo a lo que me pudiese encontrar ahí adentro. así que le dije.
- Señor fantasma, necesitaré suba conmigo.
El dudó en hacerlo pero al último accedió. Estábamos los dos tenebrosos. Todo se encontraba tan oscuro y lleno de telarañas y cajas de cartón. El piso era de madera, tuve miedo al caminar pues parecía ya estar muy descuidado y putrefacto y podría caer en cualquier momento. Había llevado algunas cosas con las cuales supuse terminaría con la maldición, aquellas en las películas de terror siempre dicen debemos llevar en caso de cualquier suceso demoniaco. Como la biblia, sal, campanas y una bolsa llena de objetos de ese tipo. 
Mientras yo sacaba mi material para empezar mi “limpia” observé a el fantasma Jack miraba fijamente un objeto, luego me aproximé y le pregunté:
- Señor fantasma, ¿Qué es lo que usted ve?
Sus ojos se veían nublosos y lágrimas caían al suelo de sus ojos de humo y con una voz quebrada contestó.
- Esta es la pelota de mi hijo Martín, yo se la regalé en su cumpleaños número cuatro.
Me quedé asombrado, en sus manos tenía una pelota colorida a pesar de la oscuridad y sus  palabras mencionadas decían su hijo había estado ahí y ninguna maldición existía en aquel ático. Entre sus ojos llenos de tristes gotas y una melancolía de saber que todo ese tiempo ahí fue en vano me dijo:
- Era necesario que yo supiera esto, ya veo que mi Martín siempre fue un niño que no le temía a nada, ahora sé que no existe peligro aquí arriba. Ahora no hay nada que cuidar y ya podré descansar en paz.
Me dio las gracias por todo el trabajo que había hecho por él, se despidió con una sonrisa y desapareció, la pelota cayó en mis pies, la tomé y bajé a mi cuarto. Fue la última vez que lo vi. Así fue la historia del fantasma del ático.