Como todos los
días mi alarma suena a las seis con treinta minutos y de nuevo vuelvo a llegar
tarde al trabajo, algunos dirán me culparan de flojo, otros de incumplido, pero
en realidad es culpa de ella, mi amante, sin embargo si yo les platicara de
ella en mi trabajo nadie me lo creería incluso a veces llego a pensar que
mencionarla sería absurdo, todos pensarían que es una tontería nuestra
relación, todos me darían por loco. Hasta cierto punto estoy de acuerdo con
ello, pero cómo negar todo lo que me hace sentir.
Pero pensar en
llegar a la casa triste y solo sin encontrarla eso sí sería una tremenda
locura. La miro cuando dejo mi maleta y cuerpo sin ánima luego de una ardua
jornada laboral, ella inmóvil me invita a pasar un tiempo a su lado. Junto mi
cuerpo con el suyo y comienzo a tocar todos sus bordes suaves de arriba a
abajo, lo hago también con los pies. La huelo, su aroma es como en sueño,
fresco y lleno de tranquilidad. Sigue inmutable, tranquila y serena, a pesar de
todo me hace sentir aliviado y sin más que necesitar sino estar ahí. Le quito
lo que en realidad siempre he pensado está demás y la dejo a penas con una
ligera sábana.
Me monto sobre
ella dejando caer mi cuerpo y la tomo con mis dos manos de las orillas, su
pequeña cintura. Es reducida, es perfecta. Pude, en un tiempo atrás conseguirme
una de tamaño más grande, pero la quería sólo para mí, para mi goce, para una
sola necesidad, por eso me quedé con ella.
Se preguntarán
por qué la llamo mi amante y es que durante la noche, luego de un rato cuando
nuestros cuerpos ya están fusionados, comienzo a viajar por mundos oníricos, ¿cómo
no amarla? si me hace olvidar todos mis problemas y me mantiene en un estado
confortable durante toda la noche.
Por las mañanas
cuando sabe que me iré usa sus lianas invisibles para mantenerme a su lado y
enredado lucho para poder salir, lucho para quedarme allí una mañana con ella.
Regreso a la realidad, le doy un abrazo como si fuese el último adiós, nos
quedamos en silencio, la tiendo con sus respectivas cobijas, vuelvo a poner las
almohadas que la decoran y me marcho.