Esta es mi primera reseña publicada,
el propósito de ella es compartir al público una experiencia especial que tuve
recientemente. El título les puede dar una aproximación a ello ya que
evidentemente estuvo relacionado con el circo.
El circo para mi era un espectáculo donde los insectos de
una mala instalación se trepaban sobre tus pies mientras dos payasos con
chistes sumamente simples trataban de lograr su trabajo. Tal vez sea un poco
dura para juzgar el oficio de aquellos personajes, pero preferiría un mejor espectáculo
aunque su precio se elevase. Y fue entonces cuando después de casi cinco años
volví a pisar el escenario cirquero, pero era la primera vez que entraba a uno
donde la alegoría, el esfuerzo y el suspenso se presentaban.
Este admirable establecimiento de diversión sana, se había
instalado hacía pocos días en el lugar donde ya es de costumbre en mi ciudad, aunque
ha decir verdad hay tres partes donde se instalan, cerca de alguna tienda de autoservicio.
El día que acudí he de decir que no me llenaba la idea de ir
al circo, pero quise darle la oportunidad a nuevas experiencias aunque fuesen
poco alentadoras. Además qué podía perder si yo iba de invitada. Mis padres, se
prepararon con suficiente botanas para apreciar la función, creo que el
alimento mientras se presenta un show y síntoma de aburrimiento, es por ello
que mientras empieza una película, tendemos a acabarnos las palomitas antes de
que comience. Así mis padres, mi sobrina y yo llegamos al circo. Por fuera
pareciese como cualquier otro; personas en la taquilla contando una y otra vez
cuantos iban a entrar verificando los precios para ver cuantos pudiesen entrar
sin pagar. Niños corriendo de un lado a otro asombrándose por la especie de
corral donde tienen algunos animales que se presentarán en el show. Luces por
todos lados haciendo más llamativos los letreros publicitarios. Ahí entre todo
aquello vive el espíritu del circo y no importa su calidad como tal, siempre
llevará dichos elementos que uno mismo como espectador los crea. Es tal vez un
mismo ritual que celebramos automáticamente cuando este tipo de eventos llegan
a nuestra ciudad. El circo, un buen circo, tiene como finalidad unir a las
familias y por medio de las risas bajar los niveles de estrés entre las
personas mayormente adultas.
Al empezar la función, el maestro de ceremonias mencionó las salidas de emergencia en caso de que algo
malo sucediera, luego los artistas dieron la bienvenida a nosotros, los
espectadores. Era un baile moderno con la partición de todos aquellos participarían
aquella noche.
El primer acto constó de una niña de unos diez años más o
menos. Se paró sobre una mesa que se encontraba en el centro, luego doblo su
espalda hacia atrás tocando la punta de sus pies con sus manos. Una niña con
esa elasticidad me parecía sorprendente y es que será porque yo ni siquiera
puedo hacerlo ni doblando las rodillas. Y si su increíble flexibilidad fuera
poco podía sostener en unos de sus pies
girando un aro. Era suficientemente espectacular para mí y aunque falló una vez
el público no se sentía defraudando sino que seguía aplaudiendo en forma de
ánimos y el agrado a su número. Después de ello, cada vez que se presentaba un
acto diferente había un pequeño intermedio entre cada uno. Allí se presentaban
los payasos interactuando con el público lo que hacía estos lapsos impredecibles.
Además se trababa de juego donde cualquiera pudiese participar, en verdad agradezco
que no haber sido elegida. El circo siguió con sus funciones, tocaba el momento
de dos hombres arqueros, quienes de momento me pusieron nerviosa ya que temí a
que alguna de sus flechas llegase a darle a cualquier espectador. No obstante
si esto llegara a pasar creo que no se arriesgarían tanto a presentar tal acto.
Así continuó fantásticamente el show, malabares, payasos, chistes simples y sin
morbo o con contenido sexual. Mostraron que podía darse un buen circo sin
llegar a la vulgaridad. Por último se apagaron las luces y armaron un escenario
aéreo. Se presentarían los trapecistas. Estos llevaban ropa que con la única
luz ultravioleta encendida se veían sorprendentes sobre el público, además
también había decoración estelar resaltante. Así con aquel espectáculo sobre
nosotros terminó la función.
A decir verdad cada uno de los actos que se presentaron,
además del de los animales que no mencioné, me parecieron realmente
sorprendentes, me di cuenta que los artistas estaban preparados tanto con su
talento, como para mantener al público atento al show.
Así pues he de remarcar que volvería ir a circos de esta
magnitud, ya que es algo que no siempre podemos tener, además nos saca de la
rutina. Por ello quiero recomendarles
que si en su ciudad hay un circo no desperdicien la oportunidad de visitarlo,
quizá puedan asombrarse tanto como yo lo hice.