... los borreguitos.
Qué se sentirá ser como tú necesitado de alguien que te esté mirando, necesitar de alguien que te acompañe, necesitar de alguien diga amar lo que tú deseas, necesitar de las buenas criticas y el amor hipócrita, ya veo que tú y yo somos tan diferentes. Preferiría mejor un amor de poquito y sincero, a tu falsedad y es que vi en ti una diferencia suprema entre tantos animales que sólo se hablan cuando hay problemas. Alguna vez mencioné que eras ciego, pero yo me cegaba al negar que tu fueses igual a la manada, ahora me doy cuenta que eres un borreguito con lana pintada ha de ser por eso yo te confundí. Pero no te apures, yo seguiré buscando y te aseguro dejaré de fijarme en borreguitos con manchas, esos que te hacen creer que son diferentes, pero siguen perteneciendo al rebaño
jueves, 21 de junio de 2012
lunes, 11 de junio de 2012
El mal de tu mujer.
No podrías
darte cuenta cuál es mi mal
Aunque fuese
más claro como agua
Y es que
parece estuvieses ciego
Me doy
cuenta tus lentes tienen función.
Hombre cómo
es posible tu mirada
A veces
tenga enfoques inmensos
Mientras frente
de ti, una mujer pide
Pegada a tu
oído estés con ella.
No sólo en
cuerpo sino también tu alma
Sentir que
al menos vivo con alguien más
Aquí donde
permanece oscuro.
Otra vez te
escribo añorando
Sobre esta
cama des respuesta alguna
A las
plegarias diarias que a ti te hago.
lunes, 4 de junio de 2012
Una mañana.
Sostenía de sus brazos un oso, o era siempre lo que en su mente suponía que era. Estaba somnolienta entre las cobijas de tiempo invernal, mientras el viento del verano se introducía en su diminuto cuarto donde un objeto más tirado no podría caber. No era ella la mujer más hermosa, quizá era como cualquiera que pudiese imaginar esta historia, tenía defectos y también virtudes. Era una mujer y estaba dormida con una pijama, hacía calor, el reloj marcaba las 9:24 de la mañana y ella seguía arropada, tal vez había algo dentro de sí que siempre permanecía sin calor, por ende se molestaba con el viento por torturarla. Escuchó un ligero ruido en la parte de abajo de la casa. Alguien abrió la puerta. Pero sólo pudo con aquel sueño pesado parpadear lentamente, pronto unas pisadas subían las escalaras por las cuales siempre corría por llevar prisa a llegar algún destino; para perderse un rato lejos de ahí. Eran unas pisadas fuertes y varoniles, ansiosa esperaba que fuese él. Y así fue. La miró allí extendida con su boca seca y rodeaba de una noche cansada y blanca. La besó. “Buenos días” dijo él, ella sólo sonrió. Apenas pudo abrir los ojos cinco segundos, cuando de nuevo cayó rendida, no era él quien no podía contra ese sueño, sino ella en verdad caía bajo los hechizos de Morfeo. Él entonces la abrazó, bajo la ropa y las cobijas, tomó sus ligeros pechos y empezó con ellos jugar. En la boca de ella sé dibujo una sonrisa, la volteó de lugar para poder besar su espalda y... su punto débil. Seguía mallugando la parte frontal de la mujer, la respiración de aquella criatura femenina se alteraba cada vez más, olvidaba poco a poco la apuesta con Morfeo. Sentía excitación. Y de sus manos el oso, que parecía león, se fue resbalando. Las manos de él tocaron las de ella, se unieron. Existió sólo una persona en aquel cuarto con un fuego de dos corazones encontrados por la llama que los prende por los rayos suaves del sol. El cuerpo de ella se erizaba de pies a cabeza, la mano de él en la parte central de la mujer se encontraba y como si tocase una guitarra obtuvo que su parte libidinal se asomara, lo mecía de un lado a otro, ella sentía placer extremo, él por mientras mordía su oreja susurrando una y que otra perversión. Ella dejó de sentir frío, tal vez encontró el calor que buscaba o tal vez se engañaba, un engaño profundamente sensual y ¿qué más da? le encantaba. Él bajó el sencillo short de ella dejando sus inocentes bragas a un lado. Ella quiso voltear para besarlo, pero él se negó, apartó todas las cobijas de alrededor y la dejó completamente desnuda, sólo le quedó guardar su pudor con sus dos manos sobre sus pechos, era una perversión sentirse bajo los ojos de alguien que llega sin avisar, era algo exótico y ella lo amaba. En el momento. Él bajó su bragueta y acerco su miembro en la criatura desnuda, ella lo llevó a su boca y lo mojó, estaba completamente salpicado por las energías que pronto recobró, su lengua descendía explorando regiones que de memoria conocía, de recordar esa novedad que algún día lo fue, pero ahora la primavera estaba pasando ya lo frutos parecían maduros o quizá ya habrían sido muy maduros y el otoño les estaba llegando, esa época donde predomina el rojo, la alborotada pasión, la melancolía, el recuerdo de los días lluviosos y soleados primaverales, ahora sólo se consumían en restos de nuevas experiencias por ocurrir sin un poco de amor, sólo ir más allá de lo hecho y convertirse cada vez más en mímesis de alguna aventura propia. Pero había aún un latido entre los cuerpos, una ligera chispa de haberse encontrado como dos personas tan solas. Ella seguía demostrando que estaban juntos; él era esa unión. Tomó el cabello de la mujer fuertemente introduciendo una y otra vez su miembro a la boca de ella, cada vez con mayor fuerza, hasta lo más profundo. La quitó después que ella mostró asfixiarse y la acercó a la orilla de la cama, no esperó mucho y levanto las piernas de la mujer penetrándola. Entonces aquella criatura desnuda tocó el cielo y regresó mirando el hombre que amó un día “¿cómo?” aparecía la pregunta en su cabeza, era sólo un ¿cómo? habría infinidad de palabras para complementar la frase pero sólo aparecía un ¿cómo? al fin y al cabo la enamoraba, la usaba, la quería, la tenía a sus pies y en su cabeza. Tal vez nadie entendía que eso también podría significar amor, tal vez. El viento seguía soplando ahora le daba gracias al viento estar de su lado ya no era frío sólo hacía su función de mensajero. Él terminó dejando la herencia de ambos por arriba del vientre de ella, y si lo hubiese hecho abajo habría razón para quedarse, nadie en un lugar tan pequeño hubiera querido quedarse, ambos eran aves y volaban alto, tan alto que a veces se perdían. El hombre se volvió a vestir y limpió la evidencia en su cuerpo, la besó y se marchó. Ella tenía la cara enamorada sintiéndose no tan solitaria, a veces aceptaba esa relación porque su alma no tenía el calor suficiente, porque se sentía fría y vacía, porque estaba rota, porque no rogaría, porque estaba en sus principios, porque no debía hacerlo, porque estaba cansada de llorar en las noches y caer rendida por las mañanas esperando a que él de alguna manera volviese regresar.
sábado, 2 de junio de 2012
Sueño profundo.
Estaba a punto de dormir, escuchó un ruido. Provenía de bajo de su cama. Se asomó con cierto miedo. Era casi la media noche, de su brazo derecho sostenía un peluche a pesar hace mucho tiempo no lo tenerlo cerca, esa noche estaba con él. Algo inconscientemente le hizo dudar en asomarse, pero una curiosidad mayor llegó. Con los pies en la cama y la cabeza colgando, miró debajo de aquellas tablas bajo el colchón donde él dormitaba. Observó sólo oscuridad ¿Qué más podría ver sin luna introduciéndose por la ventana? con un salto se introdujo hacia abajo. Sintió frío; allí era más grande de lo que pensaba. Cierta luz lo alumbraba, era una luz muy incandescente dejándolo sin razón a dónde ir. Una sombra vio a lo lejos. Las dimensiones de aquel lugar perdieron importancia empezando a perseguir al ente distante. Ya no estaba esa luz que hubo en un principio, ahora sólo era un túnel recto. Lejos de ahí, en aquel larguísimo ducto, encontró otra luz que no era tan incandescente, pero le proporcionaba calor. Escuchó su nombre con la voz más suave y angelical, un nudo en la garganta sintió, no supo explicarlo; era su madre. Su padre, también estaba ahí, con aquella pipa que jamás soltaba; sus amigos, con quien le gustaba divertirse, estaban inquietos corriendo de un lado a otro. “Será un sueño” pensó, con un gesto de inmensa alegría “De ser así no quiero despertar” se dijo corriendo hacia sus seres queridos. Era verdad, ya no despertaría.
“Ya no es un niño” mencionó un paramédico intentando salvar la vida del pobre viejo quien con mucho sentimiento parecía abrazar su peluche de la infancia. Su corazón era débil donde ya no era amado, sólo sollozos se escuchaban. Él, era otra vez niño y jugaba en un sueño profundo.
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