Hace mucho tiempo en algún lugar lejano, vivía una niña en una granja, donde había animales desde gallinas hasta avestruces, desde vacas hasta búfalos. Un día andando por el corral de las vacas, miró algo en el suelo, tenía un aspecto verdoso y mal oliente. La niña tomó un palo y la interrogó:
—
¿Qué eres?- preguntó la niña llena de curiosidad.
—
Soy una mierda.- contestó el pedazo viscoso del suelo.
—
Una mierda.- repitió ella con intensidad.
—
Sí, soy eso nada más que una mierda.
La niña en realidad nunca había visto una mierda en su vida y le daba curiosidad su función o su proveniencia así que de nuevo la interrogó:
—
Mierda, ¿para qué sirves?
—
Para nada, soy lo que desechan los animales, no soy más que una mierda.
—
Entonces.- mencionó la niña con una tenue voz. – antes eras parte de un animal.
—
Sí.- contestó la mierda malhumorada. – fue un proceso cansado. Veras, yo solía ser una planta tranquila y libre, hasta que cierto día un animal de enorme tamaño me comió. Desconozco su nombre, pero le llamé “vida”.
La niña que sabía cada uno de los nombres de sus animalitos, supo que se trataba de una vaca, no quiso mencionarlo, así que dio seguimiento al relato que la mierda le hacía.
—
Eso sólo fue el principio, pues de ahí tuve que pasar a un lugar oscuro. De ser una seria planta, me estrujaron hasta dejarme sin fuerzas, pensé que sería lo único, pero en mi debilidad quise salir adelante.
La niña escuchaba atentamente palabra por palabra de la mierda, pues le parecían fascinantes los sucesos que le contaba. Por lo tanto no lo interrumpía ni un segundo.
—
Cuando pensé que saldría.- mencionó la mierda alzando parte de su cuerpo al cielo. – llegué a otro lugar oscuro, ahí conocí a ciertas cosas que al principio me agradaron, luego estos me empezaron a descomponer. Dándome este olor mal oliente y privándome de lo poco que tenía. Desnudo, me elevaron a un lugar. Aquí había abundante agua, esta era deliciosa y me llené de ella. Esto me dio una esperanza y me sentí nuevo otra vez. Estaba gustoso a pesar de que era muy oscuro ahí, por eso fue que seguí caminando en aquella “vida”. Pero cuando todo parecía salir a la perfección llegué al último lugar oscuro de todas partes caía una un ácido que carcomía mi piel desnuda. Ya no podía más, era demasiado para mi y heme aquí, hecho una mierda por la “vida” que sólo me trató con una mala cara, aun cuando me dio esperanzas, pero al fin y al cabo terminé siendo una mierda.- sollozó profundamente y continuó diciendo. – jamás podré volver a ser la planta aquella que fui, la que con el viento se movía a su compás de libertad. Ahora soy pura mierda y nada más.
La niña miró a la mierda y la tomó con sus pequeñas manos. A pesar de ser sólo una niña sabía mucho de animales y plantas, amaba a cada ser por igual. Habiendo tomado a la mierda la llevó a un montón de tierra y ahí la esparció delicadamente y le dijo.
—
Mierda incorpórate de nuevo a la tierra y no te lamentes más, tengo un buen presentimiento de ti. – dijo sonriéndole y rociando un poco de agua sobré ella y la tierra.
—
Un buen presentimiento si sólo soy una mierda.
La niña se marchó haciendo caso omiso a las palabras de la mierda. Los días pasaron y la mierda poco a poco se incorporaba a la tierra y los demás minerales, hasta crear una mezcla homogénea. La mierda ahora era más que eso, ahora pertenecía a la misma tierra. Después sentía un cosquilleo por debajo de sí misma. Era un brote de alguna planta. La abrazo porque sintió un afecto inexplicable por ella. Siguieron pasando los días y la mierda que era parte de la tierra, se incorporaba a la planta, hasta unirse. Cuando salió de la tierra se transformó en una hermosa flor, de tallos fuertes, hojas brillantes, pétalos grandes y llamativos. La mierda miró al cielo, ya siendo una radiante creación de extremada belleza, dándole gracias a la niña porque confió en que a pesar de que la “vida” lo había convertido en una mierda, todavía había esperanzas de transformarse en algo que de verdad valiese la pena, aun más que una simple planta verde.