Cierta vez, había un pequeño chilero el cual quería atrapar un gusano. Intentó varias veces hasta que llegó un viejo cuervo, tomó el gusano y se lo dio al pequeño chilero. El ave de menor tamaño asombrado par tal acto, agradeció al cuervo y le dijo:
- Gran cuervo, enséñame cómo has podido atrapar ese gusano.
El cuervo, con una cara molesta le contestó.
- Es algo muy sencillo, pienso que no debe ser explicado.
El pequeño chilero bajó la mirada, pero en verdad quería saber cómo lo había logrado. Por lo que mencionó.
- ¡Oh cuervo! Si tú no me enseñas como lo has hecho, pronto moriré de hambre.
La gran ave miró al chilero. Pensó un momento, luego con una voz malhumorada dijo.
- Está bien, pero terminando me iré y ningún otro favor, te voy a cumplir.
El chilero se alegró y desde ese día él y el cuervo compartieron momentos juntos. Conforme pasaban los días, el chilero perfeccionaba su caza. Así mismo, las dos aves aprendían una de otra sus costumbres y forma de vivir.
Siguió transcurriendo el tiempo, hasta que cierta vez el viejo cuervo sufrió un accidente en su ala derecha. Dicha discapacidad le impedía cazar. El pequeño chilero al enterarse de lo sucedido, conseguía alimento, tanto para él como para el cuervo. No obstante, el cuervo se negaba a tomar el alimento que el chilero le ofrecía. Suponía era algo humillante para sí mismo y pensaba que la pequeña ave lo hacía por lástima. Por su parte, el chilero no comprendía el comportamiento del cuervo, pues tenían a tiempo de conocerse y lo consideraba ya un amigo, lo único que él hacía era ayudarlo para se sintiera mejor. Un día el chilero le dijo al cuervo.
- Viejo cuervo, toma este gusano que te he traído. No ves que de lo contrario morirás.
Pero el cuervo dándole la espalda contestó.
- No tomaré nada de ti, chilero. Crees que por ser viejo y en este momento estar inválido no puedo darme a valer por mi mismo, estás muy equivocado. Es mejor que te marches, yo sabré como arreglármelas.
El chilero al ver en vano sus actos, hizo un último esfuerzo para mostrarle al cuervo que actuaba de buena fe. Entonces mencionó.
- Gran cuervo, toma estos gusanos, considéralo un pago por tus lecciones que me has dado.
- Esas clases te las he dado porque me las has pedido, así que abandona este lugar pues yo no te he exijo nada.
El chilero hizo caso y se marchó. Aunque pensó regresar luego. Los días transcurrieron y el ave pequeña quiso visitar al cuervo, para ver como se encontraba. Al llegar a la casa de la gran ave, lo miró en el suelo, pensó en darle auxilio, pero recordó sus palabras y desde donde se encontraba le saludo. El cuervo apenado por su condición también saludo al chilero desde el suelo. El ave pequeña indicó que sólo quería saber su estado, ya que lo consideraba un amigo y pasaba a retirarse. Triste el cuervo detuvo al chilero con una voz mohína.
- Espera chilero, no te vayas.- guardo silencio y un nudo en su garganta se destrozó en forma de llanto y siguió. – si tu te vas pronto moriré de hambre, quédate por favor y olvida todo lo que te he dicho.
El ave de menor tamaño voló hacia él y lo puso en la cama le dio de comer y lo cuido hasta que se recuperó el cuervo. Ese día comprendió el ave de mayor tamaño, la importancia de tener otros seres que nos quieran, pues ellas siempre estarán en las buenas y las malas junto a nosotros. Fin.